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lunes, 2 de septiembre de 2013

Epígrafe sobre el topónimo La Cartaya y el patrónimo Cartaya en Canarias.

Toribio Gómez

La Cartaya. Los Realejos. Tenerife.
En la isla canaria de Tenerife y perteneciente a la villa del Realejo, se halla la pequeña pedanía de La Cartaya, ahora integrada como un barrio más en la localidad, pero independiente de ella en sus orígenes. No conocemos datos completamente veraces acerca de cuando se funda dicha pedanía, o de cuando recibe el nombre por el que se la conoce, aunque apuntamos una hipótesis sobre ello en este epígrafe. Es también probable que otros pobladores portadores del patronímico y procedentes del Condado onubense o del Reino de Sevilla llegaran a las islas con las propias flotas de Indias, que se abastecían en ellas antes de continuar la travesía del Atlántico.
Aunque, como después veremos, son factibles –y más probables- otras alternativas. Sabemos también que los propios navegantes canarios tenían el consentimiento real para poder comerciar con las nuevas colonias, gracias a la licencia para traficar con La Española que les fue concedida en 1508, algo que facilitó sin duda el posterior despliegue del patronímico en América, donde hay referencias del mismo, como hemos visto, ya desde el s. XVI y en donde hoy es más numeroso.
Llevado por tanto el topónimo a las islas, en cualquier caso, nombró a esta pequeña población o pedanía de la villa del Realejo a la que anteriormente nos referíamos. Esto es algo que de hecho ha sucedido con frecuencia en la zona, en donde otros topónimos muestran su estrecha relación con los patronímicos de sus antiguos pobladores, como la Rambla de Castro, las Llanuras de Méndez, o los barrancos de Poncio y de Ruiz.
La villa del Realejo, situada en el norte de la isla, fue fundada a finales del siglo XV, poco después de que en terreno del actual municipio los caudillos guanches encabezados por Bencomo se rindieran a Fernández de Lugo, Adelantado de los Reyes Católicos.
Tras la conquista, los visitadores señalaron límites para los distintos beneficios y así, en 1517, el visitador López de Tribaldos dice que "el del Realejo se extiende desde el barranco de Higa hasta el Malpaís de Yarde". El núcleo de La Cartaya, que en el pasado formó parte como asentamiento independiente de la comarca de Higa, está hoy situado en las medianías del municipio.
En cualquier caso, podemos aportar ciertas noticias sobre la presencia del patronímico ya en los inicios del siglo XVI en el Archipiélago: el investigador canario Cebrián Latasa recoge algunos datos (obtenidos en el Archivo Municipal de La Laguna) que aparecen en su obra monográfica sobre los conquistadores de Canarias, de la que citamos textualmente:
"Cartaya, Juan de. Grancanario, conquistador de la Palma y Tenerife. Vecino en Taoro, podría ser hermano de Alonso Díaz, conquistador. Como conquistador recibió tierras en Higa (Orotava), y el Realejo - Taoro-, Icod de los Trigos y Güímar. Murió antes de 1508. Se encuentra escasamente documentado, por razón de ser vecino de Taoro y [debido a] su pronta muerte, circunstancias que se encuadran en las pérdidas documentales, tanto parroquiales como de escribanías públicas. Casó con María de Calis. Hijos: Alonso Díaz Cartaya, casado con Juana Vizcaíno. Juan de Cartaya el Mozo, casado con Lucía Hernández. Antón de Cartaya. Ana de Cartaya, casada con Juan de las Casas (AMLL, Archivo Municipal de La Laguna)."
Es de interés la alusión a las tierras recibidas por el conquistador en Higa y el Realejo, lo que podría corroborar nuestra teoría acerca de la conversión del patronímico en topónimo, determinado por el uso como tal del apellido del propio conquistador o de alguno de sus descendientes.
Posiblemente, nuestro Juan de Cartaya grancanario toma o recibe el nombre (conocido ya por los conquistadores, que provienen del sur de la Península), aunque desconocemos el motivo por el cual fue elegido el topónimo onubense para nombrar a este posible aliado canario: tal vez porque su propio padrino de bautismo fuera originario de la villa de Cartaya o tuviera ya como propio este apellido, o tal vez por tener su nombre propio aborigen un sonido similar al de esta villa: nombres canarios podían ser Caitafa, Caytafa o Caitaja, con lo que tal vez no fuera disparatado pensar en la sustitución de un nombre aborigen por otro "importado", más cómodo y familiar para los peninsulares.
Los hechos históricos, incluso, ayudan a corroborar esta teoría: Fue efectiva la ayuda y colaboración militar y política de varios "principales" aborígenes prestada a Fernando Guanarteme, "Rey natural de Galdar", como le llama López de Gómara, caudillo canario que cooperó en la conquista con Fernández de Lugo, y que recibió (con sus otros aliados) tierras en La Palma y Tenerife como recompensa por su apoyo. Sobre esto, sólo decir que en la segunda batalla de Acentejo (1495), los vencedores españoles contaron con la ayuda de 800 aliados grancanarios, que incrementaron las propias fuerzas castellanas (700) frente a los guanches tinerfeños, táctica usada también en América (recordemos la conquista de México y la ayuda de los auxiliares tlaxcaltecas). Esto tal vez podría explicar la concesión de tierras en el Realejo a Juan de Cartaya, siendo el Realejo el lugar donde aparecerá posteriormente el topónimo. Concretamente, en las datas de Alonso de Lugo, se asignan tierras a los caudillos aliados en Tenerife tras la Paz de Taoro.
Por tanto, en esta ubicación isleña podemos documentar registros genealógicos, como vemos, desde el s. XVI. No obstante, en relación ya con la investigación propiamente genealógica, debemos tomar en consideración el particular régimen de matriarcado virtual que tuvo vigencia en las Islas Canarias hasta 1870, hecho que provocó la adopción –debido al importante volumen de población portuguesa avecindada en las Islas desde la conquista- de la costumbre lusa de alterar el orden canónico de los apellidos, anteponiendo los del linaje materno, o adoptando otros de parientes o de antepasados que no eran siempre directos por línea parental, lo que a menudo hace difícil el seguimiento continuado de los registros y la obtención de conclusiones concluyentes.
Dos centurias después, ya en el siglo XVIII, hay referencias en Tenerife de don Gonzalo López de Santiago y Cartaya, que casó en 1774 en Realejo Alto con Juana Manuel Oramas; de don Pedro González de la Fuente y Cartaya, nacido en 1785, que casó en 1810 con Juana Bautista García Cortez; en Güímar (Tenerife), se conservan registros de Catalina y Petra María de León Pérez y Cartaya, nacidas el 12 de febrero de 1789 y el 28 de junio de 1794 respectivamente, de María Pérez y Cartaya, nacida el 12 de marzo de 1785 y casada con Domingo Medina en 1811, y de Manuel del Espíritu Santo Pérez y Cartaya, nacido el 16 de junio de 1790, hijos todos ellos de José Pérez y Ledesma y de Ana María Cartaya y Rodríguez. Hoy esta zona del norte de Tenerife es la que reúne actualmente a un mayor –aunque por lo demás escaso- número de individuos portadores del patronímico en España, aún establecidos en las islas, como los Cartaya Montesdeoca, los Cartaya Martí o los Cartaya Bethancourt.