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jueves, 30 de agosto de 2012

La precipitación, el asombro y el entusiasmo me han hecho cometer errores, por mi afán de desarrollar hipótesis muy arriesgadas.



Como neófito en la apasionante historia de Canarias, de la cual, muchos de los estudiantes de nuestro sistema educativo, somos bastante ignorantes, me he introducido, quizás sin digerir suficientemente, y sin orientadores que me indicaran las trampas que al introducirte en cualquier tema se producen. El llegar a la historia de Canarias era fruto de una curiosidad enorme por todo lo que me rodea. Primero fue la botánica de Canarias y después en cascada todo lo demás, y ese fue el caso de la historia de Canarias. De pronto surge sin esperármelo una curiosidad por la genealogía que en principio no pensé plantearme. Por ejemplo, en  el caso del apellido Díaz-Flores no pensé llegar más allá de mi tatarabuelo. Por parte de Barrocal más o menos lo mismo. Internet fue el medio que me permitió a lo largo de 3 años llegar a encontrar muchas cosas de esos apellidos, debido fundamentalmente a lo poco comunes y habituales que eran. Una parte significativa de lo que he ido encontrando o que aparece con mis apellidos tiene relación con nosotros o con nuestros antepasados, mucho más de lo habitual que ocurre con otros apellidos.
Respecto a Díaz-Flores, que como dije no pensé llegar más allá de mi tatarabuelo, me encontré inesperadamente con mi quinto-abuelo. Además no era fruto de un encuentro con alguna genealogía elaborada, sino producto de noticias separadas que se fueron presentando ante mí y que fui reuniendo y elaborando todo el entramado, como si de una madeja se tratara.
Poco a poco y con más conocimiento y madurez en la temática, mejoraba mis pesquisas y las cosas que me pasaban desapercibidas ya le iba encontrando más sentido y me llevaban sin tantos rodeos a mi objetivo que no era otro que el saber cada vez más de mis antepasados.
He cometido muchos errores pero afortunadamente en la búsqueda de la verdad el error es una alegría porque paradójicamente te acerca más a esa ansiada verdad.
Aun tengo muchas dudas de muchos episodios, pero no me permiten desechar del todo hipótesis establecidas. He de reconocer que como metodología tiendo a establecer muchas hipótesis para dar significado a la información que recibo. No se si como regla nemotécnica para acordarme de las cosas que veo o para cebar el entusiasmo en la investigación que tengo entre manos.
Una cosa misteriosa para mi son todavía las Pirámides de Güimar y la relación de mi tatarabuelo en ellas. Otro elemento apasionante es la relación de mi familia con los menceyes de Tenerife.
La precipitación, el asombro y el entusiasmo me han hecho cometer errores por mi afán de desarrollar hipótesis muy arriesgadas. Esto tiene un costo terrible porque cualquier paso en falso en una investigación científica tiene consecuencias en la credibilidad. Pero bueno, son fallos que uno va madurando.
La información que me ha llevado más lejos respecto a mis antepasados no es un estudio genealógico específico exactamente, fue en realidad una búsqueda fortuita emprendida por Leopoldo de la Rosa Oliveira, en su trabajo "El rey Don Diego de Adexe y su familia", por la curiosidad de conocer su vida y la de sus descendientes. La investigación la continuó por su cuenta otro investigador cuya metodología es la búsqueda de pruebas documentales en los archivos parroquiales y el resto de archivos disponibles, que hacen que sus argumentos tengan todo el peso de los datos contrastados.
Reconozco que no leí con profundidad, ni con afán de buscar los detalles, hasta hace muy poco, del artículo publicado en Anuario de Estudios Atlánticos, de la citada obra de Leopoldo de la Rosa, al que considero, además, la máxima autoridad en este asunto, junto con Antonio Romeu de Armas.
Llegué al extremo de no registrar su opinión respecto a la esposa de Don Diego de Adexe, que en la pág. 190 dice: “¿Qué fue de la reina de Adexe y cómo se llamó? Seguimos ignorándolo”. Simplemente había encontrado una información anterior poco contrastada que la tomé como válida por ese afán de hacerme una idea material de las historias y establecer hipótesis al menor encuentro de información. De forma que cuando tienes algo y olvidas que no está contrastada, o ese día tienes otro episodio que te interesa más, lees algo, que en ese momento te preocupa menos, y se te pasa. Eso fue lo que ocurrió. Y yo ante una autoridad como el citado autor me paro en seco.
Es bastante frecuente que en cualquier estudio vayas encontrando errores pero lo importante es que te puedas hacer consciente de ello y lo puedas ir corrigiendo.

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